PHOENIX — César Barrera se pasea durante el día en su peculiar carrito de golf por las calles de Phoenix. En el vehículo, cuenta con una gran cantidad de botanas, raspados y sus deliciosos elotes.
Cuando la clientela se acerca, el vendedor escucha las indicaciones. Con gran destreza saca el elote, lo limpia cuidadosamente, le unta mayonesa, esparce de orilla a orilla queso rallado fresco, le agrega el famoso chile en polvo y le pone una suave capa de mantequilla.
En el momento en que el producto llega a las manos del cliente y se le da la primera mordida, provoca en ellos una gran sonrisa por tan delicioso manjar.
Este ritual lo ha tenido César desde hace aproximadamente 6 años en Phoenix.
Nació en Puebla, México y como muchos migrantes, dejaron atrás a sus seres queridos para poder tener un futuro mejor.
Barrera le platicó a 12News en Español, que le gusta poder atender a las personas como se merecen, ya sea con una pequeña botana, raspado o con un rico elote ya sea en vaso o entero.
Le gusta la vocación de servicio. Cuando llegó al Valle del Sol en el año 2018, los amigos con los que se instaló lo invitaron a dedicarse a la venta de elotes.
Fue entonces, cuando dejó el miedo atrás y se dedicó a ser un elotero de tiempo completo.
“Mis amigos me metieron la idea en la cabeza, y sin detenerme a pensar, tomé el reto porque debía comenzar a trabajar y generar”, compartió Barrera.
Le enseñaron el arte de cortar y limpiar un elote. Así pudo dominar el oficio.
“Esto es un gran trabajo puesto que se inicia desde las 4 a.m. hasta las 10 p.m. aproximadamente, porque debemos asear y limpiar todo, desde el coche hasta los productos para tener todo bien presentable”, añadió Barrera.
Explicó que muy temprano por la mañana acude a seleccionar sus elotes. Se compran en sacos que son aproximadamente 100 elotes diarios.
En ese lugar seleccionan y limpian las mazorcas. Muchos se desgranan ahí mismo para utilizarlos en vaso (para esquites o vaso de elote) y el resto se van enteros.
Incluso después de su extenuante jornada laboral, se vuelve a limpiar todo para tener todo bien.
Pese a tener jornadas agotadoras en los veranos calurosos de Phoenix, César compartió que nunca pierde la emoción y la sonrisa. Le gusta, pues comentó que es un “oficio que le llena de satisfacción".
Compartió que le llena de orgullo al ver a chicos y grandes pedir su elote, que la tradición no ha muerto y sigue más viva que nunca. “Me siento bien orgulloso y me da gusto cuando se acercan y yo los trato bien, como se debe, con mucho respeto y siendo muy profesional”, concluyó.
Busca trabajar un tiempo más y después regresar a la tierra que lo vio nacer, puesto que tiene el sentimiento a flor de piel extrañando a los suyos.
Así que si ve por las calles estos carritos de golf llenos de papitas, raspados y elotes no dude en tomar una pausa en su vida diaria para disfrutar de unos ricos antojitos.
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